Ciudad de México • Abrió su Facebook. Solo quería saber qué había de nuevo con sus “amigos”, pero se enteró de algo más. Ella había muerto, su compañera de carrera desde que entraron a la universidad y su amiga desde hace un año.
Desde entonces en su muro hay publicaciones de “amigos”. Unos les cuentan sus problemas, otros le dicen cuánto la extrañan, hay quienes le piden un consejo. Nunca hay respuesta.
Como ella, miles de personas abrieron una cuenta en una red social en la que tenían una vida virtual: publicaban en su muro, subían videos y fotos, comentaban publicaciones de sus amigos, hablaban por el chat y ‘vestían’ su perfil con una imagen; desarrollaban patrones sociales e individuales. Ahora, ya no están, pero su perfil sigue ahí.
La investigación “Fantasmas virtuales. La resignificación de la muerte en las redes sociales”, realizada por estudiantes de la Universidad Autónoma Metropolitana, indica que, cuando abres una cuenta en alguna red social, cada usuario desarrolla una vida virtual, ya que trasladan sus sentimientos e ideología de lo real a lo virtual.
Algunos se cuestionan si siguen vivos o si mueren en la red.
En realidad, no es que mueras dos veces, una en la vida real y otra en la virtual, si no que tu perfil en la red social se convierte en una ilusión de presencia, ya que tus “amigos” te siguen escribiendo, etiquetando y publicando como si estuvieras ahí.
El perfil del usuario muerto es reconfigurado por la comunidad, convirtiéndose en un símbolo, algo similar a lo que pasa con las fotos impresas. No es la persona, sino que a un objeto le plasman y evocan los recuerdos que vivieron con el finado, se explica en el estudio.
Pese a que los usuarios vivos siguen interactuando con el usuario muerto, no se puede considerar una prolongación de vida virtual, por lo que no seguirá vivo durante la eternidad. Dependerá de la interacción (publicaciones, etiquetado de fotos, etc.) que los vivos tengan con el perfil, la existencia de la red social o de la vida de la web.
El perfil del difunto se convierte en un puente que une lo terrenal con lo divino, el cual es usado por los usuarios vivos porque pretenden seguir en contacto con el finado, pese a que aceptan que los usuarios muertos están finados, pero no aceptan que han dejado de existir.
El usuario vivo hace uso de las herramientas que ofrecen las redes sociales para tener una interacción en la que se busca sostener un contacto con el usuario muerto.
Esta interacción puede considerarse como una herramienta terapéutica alternativa que contribuye al proceso de duelo del usuario vivo, al proporcionar una representación de aquel a quien se ha perdido, sin embargo, habría que preguntarse si sería bueno su uso para un individuo melancólico, cuestionan en el estudio.
Incluso, con el surgimiento de la muerte de usuarios en las redes sociales virtuales, se han creado como “Cementerios Virtuales”, “Cuentas In Memorian” y “Testamentos virtuales”; en donde el tema a tratar es la perdurabilidad de las cuentas virtuales, mientras que otras tratan de dejar una herencia con todo lo que llegaste a subir a la red.
Ella, Viridiana, cumple tres años de que dejará de respirar, pero en su foto de perfil aún se le ve sonriendo y posando con sus amigas.
“Sigue siendo parte de la red porque su perfil está ahí. No podemos eliminar las fotos juntas, no eliminaré las etiquetas. No la planeo bloquear”, dice una de las amigas de Viridiana, mientras otro dice que “inconscientemente pienso que sigue viva. Que está muy lejos, el hecho de decir que va a ser siempre mi amigo”.
Fuente: Milenio